martes, 27 de noviembre de 2007

eL NiÑo y La LuNa




-Señora Luna, ¿por qué esta usted tan triste?
-No se pequeño, creo que me estoy apagando…
-¿Usted apagarse? ¡No diga tonterías!
-Nunca he tenido brillo propio, ¿sabes?
-Desde aquí siempre lo ha tenido señora Luna, no llore
-Niño, él siempre ha sido mas poderoso que yo, siempre fiel y generoso…nunca os falla…yo en cambio hago lo que se me antoja, me escondo, muestro la mitad de mi piel o directamente no salgo…
-Bah tonterías…don Sol también se esconde y durante mucho más tiempo que usted, es un tramposo.
-¿Y si te digo que me ves gracias a él?¿Que es él la luz de la que depende mi hermoso rostro?
-Mentira, usted siempre está ahí aunque yo no la vea, usted es la que nunca nos abandona. Es la sincera y única acompañante de los fieros lobos, de los caminantes que no encuentran destino, de los que dan vueltas en un lecho sin conseguir dormir.
-Ya…pero yo no os hago falta, él si…
-No señora Luna, no. Yo siempre la busco y observo, a demás a él no se le puede mirar, no nos deja, es un destructor de pupilas…y… ¿que pasa que no se acuerda de las veces que usted ha sido capaz de ocultarle, de oscurecer nuestro cielo?
-Si…pero me cuesta mucho, lo hago pocas veces…
-Diga lo que diga, su hermosura es incomparable…las frágiles estrellitas lo saben…sólo a usted le hacen compañía…a don Sol no lo quieren.
-Cierto… son mis pequeñas…
-Anda deje de llorar señora Luna, que se pone muy fea cuando lo hace…mire ¡don Sol no siquiera tiene rostro!
-¿Me das un beso?
-Por supuesto…
-Gracias pequeño
-¿Ve? ¡A don Sol jamás se lo daría, me quemaría!
…Y la Luna volvió a sonreír…