sábado, 22 de diciembre de 2007

CaRiCiAs DeL pAsAdo

Mi casa era un buen lugar para establecer una charla.
Después de varios meses sin vernos, allí estábamos otra vez, el uno frente al otro, poniéndonos al día de nuestras vidas. Me contó que lo había dejado con su novia, que ya no le gustaba. Le conté que yo seguía mi vida de soltera, tan a gusto como siempre desde que lo dejamos.
Notaba una cierta tensión y no sabía por qué. Sí, fuimos amantes, pero ante todo buenos amigos.
Empezamos hablando entre Brugal y Coca-Cola. Casi sin darnos cuenta íbamos intimando.
-¿Sabes? A veces creo que te echo de menos.
Y una vez más habló sin pensar.
La conversación continuaba entre risas y la botella se iba vaciando poco a poco. La tensión iba desapareciendo, volví a sentirme a gusto a su lado.
-Veo que no cambias.
Me quedé pensativa, sus palabras empezaban a fascinarme.
-Sigues igual de preciosa que hace un año.
Intenté evadir el tema.
-¿Quieres otra copa?
Nos quedamos sin hielo, pero pareció no importarnos. Siguió contándome anécdotas que me hacían sonreír. Su labia me iba provocando sensaciones de bienestar, pero al mismo tiempo me hacían temblar.
Se hizo el silencio, estaba ansiosa por oírlo
-Bésame como lo hacías antes.
Y accedí. Casi sin quererlo me acerqué y volví a notar la humedad de sus labios en los míos.
-Déjame hacerte el amor como nunca te lo he hecho.
Y me dejé llevar por sus dulces caricias, por la seducción de su mirada, por su cuerpo inquieto.
Estábamos desnudos. Mi piel empezaba a reaccionar, mordí mi labio inferior. Mis gemidos rodeaban su cuello.
Fuimos acelerando. Cada vez le sentía más dentro de mí. Poco a poco iba dejando de ser responsable de mis actos, su esencia me atrapaba.
Me hizo caer en el más dulce de los orgasmos mientras veía como sus ojos se perdían.
Pegó su cabeza contra mi pecho mientras respiraba aliviado. Le acaricié tranquilizándole y levantó la mirada.
-Te quiero
Y entonces volví a sonreír.